Dicen que soy impertinente

21 de septiembre de 2007

SOBRE LA LECTURA

...No hay una sola manera de leer bien, aunque hay una razón primordial por la cual debemos leer. La propia necesidad de hacerlo cuando se nos crea la misma por nosotros mismos. Al igual que existe el Yo escritor, es evidente que junto a nosotros o dentro de nosotros está el Yo lector.

Sin lectura, no hay escritura. Tal obviedad no necesitaría de explicación pero sí es bueno que hagamos algunas reflexiones al respecto de la lectura.

A la información tenemos acceso ilimitado; ¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado se topará con un profesor particular que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante sin más mediaciones.

Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la claridad de ideas, sean la de uno mismo, las de los amigos o las de quienes pueden llegar a serlo.



La lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es posible conocer bastante gente, sino porque no hacerlo nos haría vulnerables y si mengua o desaparece la lectura, vencida por el espacio, el tiempo, la incomprensión y todas las aflicciones de la vida ¿ qué tendríamos que hacer para seguir creciendo?....


Nos entregamos a la lectura como a una práctica solitaria más que como a una empresa educativa. El modo en que leemos hoy, cuando estamos solos con nosotros mismos, guarda una continuidad considerable con el pasado. De ahí que nos sirva la lectura para situarnos en la realidad que nos marca el presente sin olvidar las quimeras del futuro y teniendo en cuenta que la creatividad, la imaginación, la técnica literaria del escritor están ahí arropándonos como si fueran velos que nos alientan para que la felicidad de la lectura forme nuestro criterio sobre la vida y sus consecuencias.


Mi lector ideal soy yo mismo. No, no es un cántico a la egolatría, es un reconocimiento al esfuerzo que debo hacer todos los días para acabar la jornada con la mejor de las obligaciones y el más placentero de mis quehaceres: leer.


Ésta, la lectura, como todas las actividades de la mente, debía satisfacer el principal compromiso de uno consigo mismo.


Sir Francis Bacon, que aportó algunas de las ideas aptas para llevarlas a la práctica, dio este célebre consejo:

" No leáis para contradecir o impugnar, ni para creer o dar por sentado, ni para hallar tema de conversación o discurso, sino para sopesar o reflexionar”.


Me parece que en tan pocas líneas, no se puede estar más acertado.

19 de septiembre de 2007

UNA DE PIRATAS COJOS ( NUDOS )


( Crónica apresurada de una noche para seguir gozándola por los siglos de los siglos )

A Víctor Alfaro, el incontestable emperador del universo sabiniano.


A María, increíble sabiniana, por acompañar a este feliz serratiano en los coros y en el baile, al son del ritmo que nos marcó la inolvidable velada.


A la gente, que al fin y al cabo, y una vez más, ha demostrado que sabe ser inteligente.



La primera en la frente, sin aún estar marchita, para que nos libre Dios de los malos pensamientos. Penetrando en el corazón desde los ojos brillantes de cada uno de los quince mil quisques que boleta en mano, meciendo la cuna de los tarareos archisabidos, se adentró al madrileño y goyesco palacio de los deportes para enervarse felizmente con el maratón eterno de las letras y melodías de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.

¿Cómo calificar el encuentro con la historia viva de la canción española representada por los dos piratas más inteligentes del panorama que nos asola de triunfitos demodés y saltimbanquis horrísinos ¿ Voy a poner un adjetivo que creo lo engloba en su totalidad: me-mo-ra-ble.
La boutade del Gabilondo anunciando la suspensión del concierto ¿ a quién se le habrá ocurrido semejante gilipollez a la que nadie hizo caso? apertura un show en el que el del Poble Sec y el de Ubeda epatan, desvarían, entonan, ¡ desentonan ¡, se mofan, se emocionan, se increpan, se adornan, provocan, alientan y sobre todo cantando, susurrando, comunicando, dominan a unos fieles entregados desde mucho antes de la convocatoria, sabiéndose amados, adorados y elevados a los más altos confines del Olimpo hispano que tienen a estos dos monstruos de la escena como inconos insobornables para los restos.
¿Qué más da que Serrat cante a Sabina, que Joaquín airee al Nano, que Juanito increpe a Quinito o que Mediterráneo suene a Ruido? Para mí lo más importante es que estos dos pájaros han conseguido, como han demostrado una vez más ¿ y van?, a lo largo de su fantástica, prolífica, exitosa e inimitable trayectoria que millones de seres humanos vibremos engulléndonoslos de un pedazo de tiro, gracias a su evidente generosidad – no exenta de cruentos beneficios, of course – a su falta de divismo, a su envidiable lozanía, a su eterna vitalidad poética y musical, fuera de todo tipo de dudas. Con ellos no hay color ni inclinación ni desvarío. Hay un acuerdo global de que son como son ¡ y como son! Para bien de la salud de la poesía y la música enclavadas en el sentir del más normal de los seres humanos, o sea, tú y yo mismo, entre los miles que les seguimos do quiera estén.
Serrat ha pasado a la historia por varias razones: Por aunar la inquietud por el fomento del conocimiento por parte del público de poetas de la solidez de Espríu, Hernández, Machado o Benedetti junto a su preclara inspiración y sentido social con temas como Lucía, Penélope, Tu nombre me sabe a hierba, Señora, Mediterráneo, Es caprichoso el azar o Una de piratas, entre más de quinientos ejemplos que podríamos citar. Va camino de los sesenta y cinco y ahí sigue superando achaques y ganando vida eterna. Y además, es un ser humano excepcional
Sabina es ya historia por ciertos motivos: por su empeño en ser como es, desde su tenaz rebeldía a su emocionante sensibilidad. Por haberse sabido arropar de músicos que todo el mundo ama por ser quiénes y cómo son, Pachito Varona y Antonio García de Diego, por hacer canciones como Calle Melancolía. Y sin embargo, Princesa, A la orilla de la chimenea y tantas y tantas más hasta más de trescientas que te inyectan un chute eterno de vibraciones extasiantes hasta alcanzar el más genuino de los placeres que es la emoción. Por ser el poeta urbano por antonomasia. Va camino de los sesenta y ahí está ¡ qué tío ¡.

La vida sigue. Sí. Pero por un tiempo no será igual, afortunadamente. Porque este par de pájaros me han hecho creer que aunque siga paseando por la Calle Melancolía, con mi mente clavada en el eterno Mediterráneo, siempre habrá una Penélope que teja para mí los sueños inalcanzables por mucho que haya Pastillas que no me dejen soñar como yo quiero en la Fiesta que la vida ha organizado desde el signo de los tiempos Para la libertad.


Gracias, Nano. Gracias, Joaquín. Vuestro siempre, como tantos, éste que lo es.