Dicen que soy impertinente

18 de noviembre de 2007

El cuentino de las cebollas


Había una vez un huerto lleno de hortalizas, árboles y frutales,y toda clase de plantas. Como todos los huertos tenía mucha frescura y alegría. Por eso, daba gusto sentarse a la sombra de cualquier árbol a contemplar todo aquel verdor y escuchar el canto de los pájaros.

Un buen día, empezaron a nacer unas cebollas brillantes, como el color de una mirada o el de un bonito recuerdo. Después de algunas investigaciones sobre la causa de ese resplandor, resultó que cada cebolla tenía dentro, en el corazón, una piedra preciosa. Ésta tenía un topacio, la otra una aguamarina, aquélla una esmeralda...¡una maravilla!

Por alguna incomprensible razón, se empezó a decir que aquello era peligroso, intolerable, inadecuado y vergonzoso... total, que las cebollas tuvieron que esconder sus piedras preciosas en capas y capas cada vez más feas, para disimular cómo eran por dentro, hasta que empezaron a convertirse en unas cebollas de lo más vulgar.

Pasó entonces por el huerto un sabio al que le gustaba sentarse a la sombra de los árboles y que, sabía tanto que incluso entendía el lenguaje de las cebollas, y empezó a preguntar una por una: -¿por qué no eres como eres por dentro? y ellas iban respondiendo: -me obligaron a ser así. -me fueron poniendo capas... -incluso me puse algunas para que no dijeran...

Algunas tenían hasta diez capas y casi no se acordaban de por qué se pusieron las primeras. aAl final, el sabio se puso a llorar; y, cuando la gente le vio llorando pensó que llorar ante las cebollas era propio de personas inteligentes. por eso, aún hoy, todos siguen llorando cuando una cebolla nos abre el corazón.

Oído a un cuentacuentos, que me hizo llorar sólo de pensar en cómo y por qué lloran las cebollas.

LAS LÍNEAS DE MIS MANOS




Después de leer un poema de Amy, como todo lo que ella genera, absolutamente impactante - se me ocurrió hacer un homenaje a las manos, como fieles compañeras de viaje de todo aquel que tiene la suerte de tocar y sentirse tocado.

Gracias, Amy, por haberme servido de inspiración y referencia.


Las líneas de las manos
Dicen todo
De cada cual.
Nunca les mientas.
Se rebelarán contra ti,
Sin excusas ni remedio.

En mis manos
Hay unas líneas delatoras
De mí y mis consecuencias.
En ellas
Se puede percibir
el sabor de los manjares,
De todos los licores,
De todos los avatares vividos.
En ellas se observan
Las caricias entregadas,
Las hostias detenidas,
Las melodías rasgadas,
Los tactos asumidos.

En las líneas de mis manos,
Se pueden escuchar
Las canciones
Que te aluden,
Los versos
Que te adulan,
Los cuentos
Que te inventan,
Los fragmentos
De la experiencia.

En ellas,
Las lágrimas surcan
El río de la vida,
A golpes de gotas
Que se van incrustando
Como gacelas en el bosque,
Animado por la alegría
De sentirse amado.
En ellas
Se esconden
Rastros de tinta,
Huellas de teclas,
Que cuentan
Historias desnudas
Antes de vivir
En los papeles.


En las líneas
De mis manos,
En esas líneas cabronas
Que me acusan
De cuerdo,
Sin ser más
Que un aprendiz
De honesto,
Hay toda una vida,
¡ mi vida ¡
Con callos
Que sostienen
Tozudez,
Con arrugas
Que rezuman
madurez,
Con lunares
Que detestan
Senectud
Nunca querida,
Aunque siempre divertida.

¡Mirad,
Mirad de una puta vez
mis manos!
Porque..
¡Ahí están
las líneas acusicas,
Las líneas irreverentes,
Las líneas misóginas,
Las líneas ardientes,
Las líneas emolientes,
En las que sigue archivada
Mi vida
De sal e hiel,
De azúcar y miel,
De perfumes y caricias,
De verdades y mentiras,
De vivencias y monotonías,
De pellizcos y alegrías,
De latidos y ambrosías,
De Paquitos y Marías,
Que dan marcha
A mis días,
Con unos kilos de experiencia,
Unos gramos de inocencia
Y todo un poso
De divina inconsciencia,
Con un tanto de paciencia,
Que conforman
Mi existencia.