( Crónica apresurada de una noche para seguir gozándola por los siglos de los siglos )
A Víctor Alfaro, el incontestable emperador del universo sabiniano.
A Víctor Alfaro, el incontestable emperador del universo sabiniano.
A María, increíble sabiniana, por acompañar a este feliz serratiano en los coros y en el baile, al son del ritmo que nos marcó la inolvidable velada.
A la gente, que al fin y al cabo, y una vez más, ha demostrado que sabe ser inteligente.
La primera en la frente, sin aún estar marchita, para que nos libre Dios de los malos pensamientos. Penetrando en el corazón desde los ojos brillantes de cada uno de los quince mil quisques que boleta en mano, meciendo la cuna de los tarareos archisabidos, se adentró al madrileño y goyesco palacio de los deportes para enervarse felizmente con el maratón eterno de las letras y melodías de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.
¿Cómo calificar el encuentro con la historia viva de la canción española representada por los dos piratas más inteligentes del panorama que nos asola de triunfitos demodés y saltimbanquis horrísinos ¿ Voy a poner un adjetivo que creo lo engloba en su totalidad: me-mo-ra-ble.
La boutade del Gabilondo anunciando la suspensión del concierto ¿ a quién se le habrá ocurrido semejante gilipollez a la que nadie hizo caso? apertura un show en el que el del Poble Sec y el de Ubeda epatan, desvarían, entonan, ¡ desentonan ¡, se mofan, se emocionan, se increpan, se adornan, provocan, alientan y sobre todo cantando, susurrando, comunicando, dominan a unos fieles entregados desde mucho antes de la convocatoria, sabiéndose amados, adorados y elevados a los más altos confines del Olimpo hispano que tienen a estos dos monstruos de la escena como inconos insobornables para los restos.
¿Qué más da que Serrat cante a Sabina, que Joaquín airee al Nano, que Juanito increpe a Quinito o que Mediterráneo suene a Ruido? Para mí lo más importante es que estos dos pájaros han conseguido, como han demostrado una vez más ¿ y van?, a lo largo de su fantástica, prolífica, exitosa e inimitable trayectoria que millones de seres humanos vibremos engulléndonoslos de un pedazo de tiro, gracias a su evidente generosidad – no exenta de cruentos beneficios, of course – a su falta de divismo, a su envidiable lozanía, a su eterna vitalidad poética y musical, fuera de todo tipo de dudas. Con ellos no hay color ni inclinación ni desvarío. Hay un acuerdo global de que son como son ¡ y como son! Para bien de la salud de la poesía y la música enclavadas en el sentir del más normal de los seres humanos, o sea, tú y yo mismo, entre los miles que les seguimos do quiera estén.
Serrat ha pasado a la historia por varias razones: Por aunar la inquietud por el fomento del conocimiento por parte del público de poetas de la solidez de Espríu, Hernández, Machado o Benedetti junto a su preclara inspiración y sentido social con temas como Lucía, Penélope, Tu nombre me sabe a hierba, Señora, Mediterráneo, Es caprichoso el azar o Una de piratas, entre más de quinientos ejemplos que podríamos citar. Va camino de los sesenta y cinco y ahí sigue superando achaques y ganando vida eterna. Y además, es un ser humano excepcional
Sabina es ya historia por ciertos motivos: por su empeño en ser como es, desde su tenaz rebeldía a su emocionante sensibilidad. Por haberse sabido arropar de músicos que todo el mundo ama por ser quiénes y cómo son, Pachito Varona y Antonio García de Diego, por hacer canciones como Calle Melancolía. Y sin embargo, Princesa, A la orilla de la chimenea y tantas y tantas más hasta más de trescientas que te inyectan un chute eterno de vibraciones extasiantes hasta alcanzar el más genuino de los placeres que es la emoción. Por ser el poeta urbano por antonomasia. Va camino de los sesenta y ahí está ¡ qué tío ¡.
La vida sigue. Sí. Pero por un tiempo no será igual, afortunadamente. Porque este par de pájaros me han hecho creer que aunque siga paseando por la Calle Melancolía, con mi mente clavada en el eterno Mediterráneo, siempre habrá una Penélope que teja para mí los sueños inalcanzables por mucho que haya Pastillas que no me dejen soñar como yo quiero en la Fiesta que la vida ha organizado desde el signo de los tiempos Para la libertad.
Gracias, Nano. Gracias, Joaquín. Vuestro siempre, como tantos, éste que lo es.
7 comentarios:
Ójala que una de cada diez críticas músicales que aparecen en prensa, fueran tan visuales y entusiasta como esta.
Gracias por hacernos vivir el concierto con tus palabras
Todo un placer leer estas líneas que le dedicas a dos grandes de nuestra música. De la música en general, qué demonios.
Suscribo la opinión del primer comentario, me gustaría ver crónicas como esta de músicos a los que admiro, como Nacho Vegas, Diego Vasallo o Bunbury (en su faceta cantautora, nada de Héroes).
Un abrazo,
Darío (Xulio Estón)
Estuvieron en Algeciras y no fui a verlos. No porque no me molen, que lo hacen, sino por la pereza propia que te infunde la edad y que hace que te quedes en casa en vez de llevarte por delante una velada maravillosa, pero feliz al fin y al cabo. Con esa felicidad que también te proporciona la edad y que hace que te diviertas con situaciones que resultan extravagantes cuando eres joven.
De todas formas, la última vez que me subí a un karaoke canté “Calle Melancolía”, a ver, no iba a cantar a Bisbal o a cualquier otra porquería de las que tenemos actualmente. Porque Sabina, es Sabina; y Serrat (menos santo de mi devoción aunque reconozco lo que es) es Serrat. ¡Qué carajo!
Me alegro de que disfrutaras, Paco. Y enhorabuena por tu artículo.
Sí que es entusiasta la crítica que haces, pero se ve que no es sólo entusiasmo, sino que los conoces de verdad... Yo también te agradezco haber estado allí (un poquito, al menos) gracias a tus palabras
sublime.
después de esta crónica concisa pero tan sumamente viva y vibrante prefiero no ver el concierto.
me defraudaría.
Estos tíos son increíbles, vaya dos que se han juntado ¿ no? y qué ambientazo habría, tío, qué suerte teneis algunos.
Oye tu crónica cojonuda, venga hasta otra.
Una crónica cojonuda, tío.
Periodismo del bueno, del que se escribe con las entrañas.
Cuelga pronto la próxima.
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