Sin lectura, no hay escritura. Tal obviedad no necesitaría de explicación pero sí es bueno que hagamos algunas reflexiones al respecto de la lectura.
A la información tenemos acceso ilimitado; ¿dónde encontraremos la sabiduría? Si uno es afortunado se topará con un profesor particular que lo ayude; pero al cabo está solo y debe seguir adelante sin más mediaciones.
Leer bien es uno de los mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos en mi experiencia, es el placer más curativo. Lo devuelve a uno a la claridad de ideas, sean la de uno mismo, las de los amigos o las de quienes pueden llegar a serlo.
La lectura imaginativa es encuentro con lo otro, y por eso alivia la soledad. Leemos no sólo porque nos es posible conocer bastante gente, sino porque no hacerlo nos haría vulnerables y si mengua o desaparece la lectura, vencida por el espacio, el tiempo, la incomprensión y todas las aflicciones de la vida ¿ qué tendríamos que hacer para seguir creciendo?....
Nos entregamos a la lectura como a una práctica solitaria más que como a una empresa educativa. El modo en que leemos hoy, cuando estamos solos con nosotros mismos, guarda una continuidad considerable con el pasado. De ahí que nos sirva la lectura para situarnos en la realidad que nos marca el presente sin olvidar las quimeras del futuro y teniendo en cuenta que la creatividad, la imaginación, la técnica literaria del escritor están ahí arropándonos como si fueran velos que nos alientan para que la felicidad de la lectura forme nuestro criterio sobre la vida y sus consecuencias.
Mi lector ideal soy yo mismo. No, no es un cántico a la egolatría, es un reconocimiento al esfuerzo que debo hacer todos los días para acabar la jornada con la mejor de las obligaciones y el más placentero de mis quehaceres: leer.
Ésta, la lectura, como todas las actividades de la mente, debía satisfacer el principal compromiso de uno consigo mismo.
Sir Francis Bacon, que aportó algunas de las ideas aptas para llevarlas a la práctica, dio este célebre consejo:
" No leáis para contradecir o impugnar, ni para creer o dar por sentado, ni para hallar tema de conversación o discurso, sino para sopesar o reflexionar”.
Me parece que en tan pocas líneas, no se puede estar más acertado.
4 comentarios:
Cuando alfabetizaba a personas adultas partía de la siguiente frase:
“Leo _____”.
Sobre la rayita escribía el nombre de quién se iba a iniciar en el manejo de esta herramienta y aprovechaba el interés que mostraba para ofrecerle mil y una muestras de respeto, cariño y felicitaciones.
Leo María.- decía ella.
Leo Pepe.- decía él.
Aprendían en un instante a firmar con su propio nombre y después lo leían con enorme satisfacción.
“El uso del pulgar pasó a ser historia de su vida sufrida”.
Hay muchísimas personas adultas, jóvenes y menos jóvenes en la actualidad que no comprenden bien lo que leen.
Generemos también entre los que nos llamamos “escritores” textos literarios de calidad que puedan leer las muchísimas personas que conviven con nosotros.
Difundamos la devoción hacia la reflexión, el gusto por lo bello, (...), haciendo accesible la cultura.
Seleccionemos textos que puedan ser leídos por los “poco aptos” para leer, que ya la vida los ha maltratado bastante.
Francisco de Borja desde donde tú estás puedes promover esta iniciativa.
Besillos de Silvia Lázaro.
hola francisco. Leí que Clarice Lispector es tu cuentista favorita. El cuento que subiste "La gallina" es el mismo que "El huevo y la gallina", incluso este último aparece con diversos títulos en las citas, y no sé si es uno o varios. Podrías ayudarme? mi mail es serradiza@hotmail.com
gracia¡¡¡¡¡ VERONICA
¡actualiza!
Pancho,
Pienso que si la lectura te hace crecer, te debe cambiar (sino te quedas igual, "del mismo tamaño"). Si te cambia, dejas de ser tu mismo. No se pude cambiar y ser lo mismo (es ilógico). Si dejas de ser lo mismo (tu mismo) cuando lees, y si lees a diario, cada día dejas de ser tu mismo; estás en constante cambio. Si aceptamos todo esto, tambièn aceptaremos que el "yo mismo" es casi una ilusión. No permanece "yo mismo" (igual a si mismo) ni un solo día. Por lo tanto, un escritor no podría sostener que su lector ideal es él mismo. Salvo que con ello estaría diciendo que su lector ideal no existe...
Jacinto Chiluisa
Ecuador
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